Periodista Egon Friedler: ´Los reaccionarios son aquellos que defienden regímenes oscurantistas como Irán, donde las mujeres son inferiores y que practican un conservadorismo en las costumbres que ellos jamás tolerarían en Uruguay`

27/May/2011

Periodista Egon Friedler: ´Los reaccionarios son aquellos que defienden regímenes oscurantistas como Irán, donde las mujeres son inferiores y que practican un conservadorismo en las costumbres que ellos jamás tolerarían en Uruguay`

Una vasta actividad comunitaria y periodística marcan su vida. Su compromiso con Uruguay, Israel, el judaísmo, la música, el teatro y el arte forman parte de su identidad. Egon Friedler, de 78 años de edad, nació en Viena (Austria). Siendo un niño llegó a Uruguay junto a sus padres quienes huían del nazismo. Vivió en el kibutz Iad Mordejai entre 1953 y 1957, así como en Paysandú a finales de los años cincuenta. Está casado con Etel, es padre de dos hijas y abuelo de seis nietos.
A continuación, un resumen del diálogo que Friedler mantuvo con el portal web del CCIU:
– ¿Cuándo comenzó con su activismo comunitario?
– Comencé mi activismo comunitario cuando regresé de Israel a fines de 1957. Nos fuimos a vivir por algunos años a Paysandú, de donde es oriunda mi esposa Etel. Allí fundé una filial del Instituto Cultural Uruguay-Israel con personalidades locales. Años más tarde, cuando nos trasladamos a Montevideo, actué en el Instituto Cultural Uruguay-Israel. A lo largo de los años, desarrollé distintas actividades en varios campos de la vida judía.
– ¿Cuáles destacaría?
– Por ejemplo, entre 1967 y 1971 dirigí un instituto cultural denominado “Instituto Judeo-Uruguayo de Relaciones Humanas” en el que conté con una Comisión Directiva integrada por un pequeño grupo de distinguidas personalidades de la colectividad. Desarrollamos una interesante labor cultural por medio de conferencias y publicaciones. Su momento más destacado fue una gran conferencia sobre identidad judía en la B´nai B´rith. La actividad, que contó con los auspicios del American Jewish Comittee de los Estados Unidos, debió cesar cuando la entidad patrocinadora redujo drásticamente su presupuesto para el continente.
Una de mis actividades menos recordadas es la fundación de una filial de la “Unión Hebraísta Mundial”, con la cual durante algún tiempo tuve a mi cargo una audición en idioma hebreo en la “La Voz de Sión” (radio del otrora director de Semanario Hebreo, José Jerozolimski).
– ¿Y el actualmente denominado grupo Rabin?
– La actividad más duradera ha sido la creación de un grupo de “Amigos de la Histadrut” en la época en la que la central obrera israelí (Histadrut en hebreo) tenía una representación para América Latina. Yo coordiné entrevistas de los representantes de la Histadrut con el movimiento sindical uruguayo, y ocasionalmente también participaron en las entrevistas otros compañeros del grupo.
A fines de la década del ochenta la central obrera israelí tuvo una crisis y cambió totalmente. Entre otros, abandonó el trabajo en la diáspora. Se planteó un gran dilema a la vez ideológico y organizativo.¿Continuar o no continuar? ¿Y si continuar bajo qué signo ideológico? Cuatro nombres estuvieron en danza y cada uno tenía su carga ideológica: Martín Buber (humanismo filosófico judío), Ajad Haam (centralidad de la cultura), Baruj Spinoza (laicismo militante) e Itzjak Rabin (paz judeo-árabe). Hubo discusiones intensas entre los compañeros, durante más de dos meses y finalmente se optó por el nombre de Itzjak Rabin. Le enviamos una carta a Lea Rabin y nos contestó muy amablemente expresando su satisfacción por nuestra elección. Yo fui secretario durante todo el período de nuestra vinculación con la Histadrut y algunos años más. Sigo integrando el grupo pero desde hace más de 13 años no tengo cargos de dirección. El Grupo Rabin este año celebra ni más ni menos que 40 años de labor cultural y social ininterrumpida.
– ¿En qué campos de la vida judía actuó con mayor intensidad?
– Indudablemente las dos causas que me motivaron más profundamente y a las que dediqué mayores esfuerzos fueron la lucha por el judaísmo soviético y la difusión del judaísmo humanista. La lucha por los judíos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue una gran batalla de todo el pueblo judío en el siglo pasado y fue una de nuestras mayores victorias históricas. Me tocó coordinar el Comité Uruguayo por los Derechos de los Judíos Soviéticos en estrecha colaboración con el Comité Central Israelita. Logramos contar con el concurso de grandes personalidades de la vida pública uruguaya: historiadores como José Claudio Williman y Washington Reyes Abadie, prestigiosos juristas como los doctores Manuel Vieira y José M.Gamio, políticos destacados como Enrique Tarigo, Humberto Ciganda, Enrique Martínez Moreno y Juan Raúl Ferreira, personalidades de la literatura como Arturo Sergio Visca y Julio da Rosa, entre otros muchos. Hubo además un Comité Femenino presidido por la inolvidable Elsa Fernández de Borges. Todos ellos defendieron nuestra causa como suya propia.
El momento saliente de nuestra lucha fue el viaje de la delegación judía a Moscú en 1988 que tuve el honor de integrar junto a Pedro Sclofsky, presidente del Comité Central Israelita, Zvi Mircus, presidente de la Organización Sionista y Leopoldo Goldenberg, Presidente del Comité pro Judíos Soviéticos del Comité Central Israelita. Fue una experiencia muy emotiva encontrarnos con “refuseniks” en cuatro ciudades: Moscú, Leningrado, Odessa y Kishinev y fue una vivencia muy singular negociar la salida de judíos con autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS.
– ¿Tuvo ocasión de volver a la Unión Soviética?
– Seis años más tarde (en 1994) tuve el privilegio de asistir a una reunión libre en Moscú, una conferencia de la Organización Internacional de Judíos Humanistas Seculares. Allí presenté una ponencia sobre “La experiencia del iluminismo” que luego se publicó en la revista Humanistic Judaism y fue traducida al francés para la revista Plurielles. Allí compartí el estrado con el célebre escritor y sociólogo judeo-francés Albert Memmi y tuve la notable experiencia de hablar con jóvenes judíos rusos para quienes saber que es posible un judaísmo sin dogmas ni rituales religiosos fue un maravilloso descubrimiento. Moscú entonces ya había dejado de ser la capital de la Unión Soviética para serlo solo de la Federación Rusa.
– ¿Cuándo surgió el movimiento judío-humanista en el Uruguay?
– Nuestro movimiento judío-humanista en el Uruguay tuvo un breve florecimiento en los años ´90. Los principales impulsores fuimos mi gran amigo el Lic. Leopoldo Müller, cuyo fallecimiento hace algunos años fue una gran pérdida para nuestra comunidad y yo. Nuestro mejor momento fue la memorable visita de Sherwin Wine, el gran ideólogo norteamericano del movimiento, a Uruguay a mediados de la década del noventa. Realizamos un excelente seminario, tuvimos una conferencia de prensa que tuvo un muy buen eco y la Nueva Congregación Israelita del Uruguay (NCI) y su rabino de entonces, Daniel Kripper, tuvo un hermoso gesto de pluralismo y de ahavat Israel (amor y respeto a todos los integrantes del pueblo judío) al ceder a Sherwin el púlpito de la sinagoga. Lamentablemente Wine falleció en 2007 en un accidente de tráfico durante una visita a Marruecos.
El judaísmo humanista no llegó a consolidarse institucionalmente en la colectividad judía en el Uruguay pero sí sigue vivo como corriente de ideas. Ello es en gran medida mérito del mensuario “Identidad”. Durante mucho tiempo integré su equipo editorial pero por discrepancias con su director-editor Mauricio Zieleniec, renuncié. Sin embargo, mantuvimos buenas relaciones y ocasionalmente publico algún artículo. Una de mis quejas crónicas es que en la colectividad falta un debate de ideas y de alguna manera “Identidad” constituye un aporte modesto pero significativo para paliar esta carencia.
– ¿Cuándo comenzó con su carrera periodística?
– En Israel, enviando artículos para el diario “El Telégrafo” de Paysandú sobre el kibutz y la vida en Israel. A mi regreso de Israel también fue “El Telégrafo” el primer órgano con el cual colaboré, a veces con mi nombre y otras con el seudónimo cervantino “El Licenciado Vidriera”.
– ¿Cuándo se vinculó al periodismo judío?
– En 1958 o 1959 comenzó mi labor con el periodismo judío. Fue con “Semanario Hebreo” lo que no es casual porque con Jerozolimski siempre tuvimos buena química y fuimos amigos toda la vida. Pero ésta solo es una parte de la historia. A fines de los años ´60 tuve a mi cargo la página en español del diario en idish “Aint”. A lo largo de los años desarrollé dos carreras paralelas: una en el periodismo judío y otra en el periodismo nacional. En el periodismo judío hubo órganos con los cuales colaboré durante unos cuantos años, en otros solo se trató de incursiones fugaces. En la primera categoría están: el diario israelí “Davar” de quien fue corresponsal para América Latina, las publicaciones de Nueva York “Midstream” e “Israel Horizons”; “Diálogo” y “Aurora” de Israel; “Nuevo Mundo Israelita” de Caracas y “Mundo Israelita” de Buenos Aires. En la segunda categoría figuran el Jewish Chronicle de Londres, el Jerusalem Report de Israel y Contemplate de Nueva York y otras muchas en el continente latinoamericano. Actualmente, aparte del “Semanario Hebreo”, colaboro con el sitio web argentina.co.il de Israel y con la organización de (la periodista israelo-argentina) Dori Lustron porisrael.org, quienes generalmente reproducen el mismo material que publico en “La República”. Además hago crítica musical y ocasionalmente de danza en la revista”Sinfónica”. Además colaboro con el mensuario “Relaciones” y esporádicamente con la revista cultural “Dossier”.
En la era de Internet el destino de los artículos de cualquier periodista es imprevisible. Numerosos artículos míos han sido reproducidos en diversos lugares en Internet. Por ejemplo, un blogger judío italiano tradujo un reciente artículo mío al italiano y lo reprodujo en su sitio en Internet.
En el periodismo nacional publiqué durante mucho tiempo en el semanario “Marcha”. Ocasionalmente escribí en “La Tribuna Popular” “Brecha” y “El Observador”. También escribí para las revistas “20.21” y “Tres”. Por otra parte tuve polémicas sobre Israel y el Medio Oriente en las páginas de lectores de “Marcha” y de “Búsqueda”.
– ¿Qué recuerda de sus años de actividad periodística en el diario El País?

– Tengo muchísimos recuerdos. Fue la fase profesional más larga de mi carrera, un poco más de 40 años, desde mediados de 1958 a marzo de 1999. Lo que más destaco es mi hermosa relación de camaradería con mi colega en la crítica musical, Washington Roldán. Fue una relación de estrecha colaboración y de gran respeto mutuo. Mi hermosa profesión me permitió oír a grandes artistas y viajar y conocer algunos de los mayores teatros de ópera del mundo. Asimismo recuerdo reportajes muy interesantes como al compositor Aaron Copland, el musicólogo Robert Stevenson, el pianista Jorge Bolet y la bailarina Margot Fonteyn. Pero en “El País” también trabajé en otros terrenos, escribí bajo un seudónimo análisis sobre el Medio Oriente, hice traducciones y ocasionalmente información general y reportajes. Por ejemplo, en un viaje a Viena entrevisté a Simon Wiesenthal y en sendos viajes a Israel entrevisté a Itzjak Shamir y a Igal Alón, entre otras personalidades.

– Usted escribe en La República sobre la realidad del mundo árabe e islámico. ¿Es complejo de explicar lo que ocurre hoy en el Medio Oriente?

– Sin duda. Es que es una zona llena de contradicciones. Por ejemplo ¿cómo explicar que el Irán shiíta, que disputa la hegemonía en el Medio Oriente con la Arabia Saudita sunnita, tiene un matrimonio de conveniencia con la organización islámica Hamas, que está estrechamente ligada a los Hermanos Musulmanes, que son fundamentalistas sunnitas? Comprender todas las divisiones tribales y sectarias en el Islam no es nada fácil y menos aún sus extrañas alianzas.
– ¿Por qué cree que 2011 se convirtió en el año de las revoluciones en el mundo árabe e islámico?
– Es una región con grandes tensiones sociales. Estaba pronta para un gran estallido. Alcanzó un fósforo para prender la hoguera. Lo que desencadenó la crisis fue la autoinmolación de un humilde vendedor callejero en Túnez. Fue el equivalente al asesinato del archiduque Francisco Fernando a fines de junio de 1914 que llevó a la Primera Guerra Mundial.

– ¿Teme que lo tilden de reaccionario cuando critica al mundo islámico? ¿Qué le contesta a aquellos que lo hacen?

– En absoluto. Los reaccionarios son aquellos que defienden regímenes oscurantistas como Irán, donde las mujeres son inferiores y el régimen practica un conservadorismo en las costumbres que los críticos de mi posición jamás tolerarían en el Uruguay o en cualquier país democrático. Pero es indudable que tenemos muchos enemigos. La prueba está en los insultos que recibo en los comentarios que hacen distintos lectores a mis artículos de “La República” en internet. Hay algunos furiosos comentaristas habituales. No sé si lo hacen profesionalmente o simplemente por odio. Pero indudablemente son muy fanáticos.
Por otra parte, hay lectores y colaboradores de “La República” que no comparten para nada mis opiniones. La prueba está en los dos artículos polémicos que Luis Sabini escribió contra mí en agosto del año pasado y a los que contesté con un artículo titulado “La metamorfosis, sin Kafka”

– ¿Cuál es la importancia de Israel para la diáspora judía?

– Es fundamental como fuente de identidad, inspiración cultural y factor de referencia en la experiencia judía. Por lo demás, el antisemitismo actual en el mundo, una vez más hace que Israel importe como garantía de protección internacional y como refugio en caso de necesidad. Pero la motivación positiva por la cual la Diáspora necesita de Israel es de mucho más peso que la negativa.
– ¿Cuál es la importancia de la diáspora para Israel?
– Israel es un país demasiado pequeño geográficamente para una historia tan grande. La diáspora judía da a Israel su dimensión de universalidad y al mismo le brinda el apoyo psicológico de un aliado natural.